Actualmente somos pocas entrenadoras las que nos podemos dedicar full time a nuestra pasión, nuestro trabajo. Incluso en una liga de fútbol femenino, como es mi caso, seguimos siendo pocas, seguimos siendo la excepción y no la regla. En este momento y hasta el comienzo de la próxima temporada, yo soy la única.

Por ese motivo, creo que tengo la gran responsabilidad de dar lo mejor de mí para seguir abriendo camino y que las entrenadoras del futuro rompan menos barreras y lo tengan algo más fácil. Cuanto más de nosotras seamos, se normalizará más rápido la situación y más cerca estaremos de cómo debería ser.

En su momento, yo tuve la gran fortuna de poder ser jugadora de Pilar Vargas, la primera mujer que se sacó el título nacional de entrenadora de fútbol. Para mí fue un placer formar parte de la selección sevillana y es un orgullo poder mantener a día de hoy mi relación de amistad con ella.

Pillar me ha enseñado mucho, fue la primera que rompió miles de barreras. Me ayudó en muchos momentos a lo largo de mi camino y eso es lo que yo pretendo poder hacer también: guiar a futuras entrenadoras para que no desistan ni se den por vencidas.

Las mujeres continuamente tenemos que estar demostrando nuestra valía y tenemos menos margen de error. A nosotras siempre se nos mira con lupa y tenemos que demostrar mucho más. Esto hace que trabajemos con más ganas y que intentamos siempre dar mucha calidad en nuestro trabajo.

El camino es duro pero hay que seguir. Sé que estoy abriendo paso para mí y esto me da mucha satisfacción personal, pero también sé que estoy abriendo paso para los demás. Y esto me da un propósito.

Nosotras somos las únicas que nos podemos poner nuestros límites, no permitamos que nadie nos los pongan.